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martes, 12 de agosto de 2014

Luego de haber analizado tanto a la filosofía y educación desde la perspectiva bíblica, podemos sistematizar las premisas que sostienen a la filosofía de la educación cristiana en seis declaraciones:

1.1. Dios es el creador y sustentador del universo

La Biblia establece claramente la presencia de Dios desde el mismo principio (Gn 1:1) mostrando en contra de toda idea evolucionista. Además se describe la forma en que Dios organizó el mundo para poder colocar dentro de él a su máxima creación. El ser que llevaría su propia imagen y semejanza (Gn 1:27). El registro bíblico describe que dicho acto se llevó a cabo en 7 días literales (mañana y tarde).

Dentro de la obra creadora estuvieron involucrados las tres personas de la deidad. Tal es así que la misma Biblia describe a cada uno de ellos como agentes involucrados en la creación de este mundo: El Padre (Is 42:5), el hijo (Jn 1:3) y el Espíritu Santo (Gn 1:2; Job 33:4). Por lo cual se halla la declaración “hagamos al hombre” (Gn 1:26) mostrando así la manifestación de las tres personas de la Deidad.
Así, al finalizar de la creación del ser humano, la descripción que el mismo Dios da de su creación es “bueno en gran manera” (Gn 1:31).

La semana no terminó allí, ya que Dios colocó un monumento en el tiempo, de modo que el ser humano nunca se olvidara de esta verdad: “Dios es el creador”, de manera que reposó el día séptimo, lo bendijo y lo santificó. Años más tarde Jesús declaró que el sábado fue hecho por causa del hombre (Mr 2:27) mostrando así su función conmemorativa y de bendición para el hombre. Por ello, el cuarto mandamiento comienza con un “acuérdate”, porque constantemente el ser humano se olvida de adorar al Dios creador del cielo y la tierra, el mar y todas las cosas que en ellos hay (Ex 20:11).

Dios creó todas las cosas animadas e inanimadas por la palabra de Dios (He 11:3) y aunque el pecado ingresó. Dios continúa sosteniendo su creación preocupándose por los animales más pequeños de su creación (Mt 6:26; Lc 12:6,7).

1.2. Dios creó a los seres humanos perfectos a su propia imagen

Aunque alguien podría encontrar algún parecido entre el fisonomía del cuerpo humano con la de un primate. La palabra de Dios presenta que el ser humano no ha descendido de algún animal inferior ni es el resultado de un largo proceso evolutivo. La Biblia presenta al ser humano creado a la misma imagen y semejanza de Dios (Gn 1:26), siendo la obra cumbre de Dios en este mundo. Colocando así al hombre (varón y mujer) en un peldaño superior dentro de todos los seres que habitan este planeta, pues ningún otro ser posee esta característica (Sal 8:5).

“El hombre había de llevar la imagen de Dios, tanto en la semejanza exterior, como en el carácter. Sólo Cristo es “la misma imagen” del Padre (Heb 1:3); pero el hombre fue creado a semejanza de Dios. Su naturaleza estaba en armonía con la voluntad de Dios. Su mente era capaz de comprender las cosas divinas. Sus afectos eran puros, sus apetitos y pasiones estaban bajo el dominio de la razón. Era santo y se sentía feliz de llevar la imagen de Dios y de mantenerse en perfecta obediencia a la voluntad del Padre.

Cuando el hombre salió de las manos de su Creador, era de elevada estatura y perfecta simetría. Su semblante llevaba el tinte rosado de la salud y brillaba con la luz y el regocijo de la vida. La estatura de Adán era mucho mayor que la de los hombres que habitan la tierra en la actualidad. Eva era algo más baja de estatura que Adán; no obstante, su forma era noble y plena de belleza. La inmaculada pareja no llevaba vestiduras artificiales. Estaban rodeados de una envoltura de luz y gloria, como la que rodea a los ángeles.
Mientras vivieron obedeciendo a Dios, este atavío de luz continuó revistiéndolos.” (Patriarcas y profetas, 25).

Asimismo, Dios creo al hombre como un ser moralmente libre y no como un robot que hace todo lo que se le programa. En el Edén, el hombre gozaba de plena libertad para poder decidir si obedecer a Dios o no. El libre albedrío, permitía al hombre obedecer de manera voluntaria, sin que se le impida una elección contraria a la Ley de su creador. Gracias a este libre albedrío el ser humano podía desarrollar: (a) un carácter divino, mientras obedeciese voluntariamente los mandatos de su creador o (b) un carácter maligno, mientras se empecine en vivir desobedeciendo los mandatos de Dios. (Dt 11:26-28)

Al colocar Dios a nuestros primeros padres en el huerto del Edén, los rodeó con todo lo que podría servir para su felicidad. Hizo crecer en el huerto todo árbol agradable a los ojos o bueno para comer. Pero se reservó uno entre todos ellos, el árbol de la ciencia del bien y del mal, sobre la cual dijo: “no comerás” (Gn 2:16-17). Eso constituía la prueba de gratitud y lealtad del hombre hacia su creador. Así, la mayor prueba de la libertad que Dios dio al hombre fue la elección que Adán y Eva hicieron, de desobedecer el mandato de Dios, optando vivir una vida de sufrimiento y muerte en lugar de ser leal a su creador.

1.3 Dios es la fuente de todo lo verdadero, bueno y bello

La fuente de todo lo verdadero. La Biblia presenta a Dios como un ser perfecto y cuyos caminos son verdaderos (Dt 32:4), siendo reconocido de esa manera por los mismos seres humanos (2 S 7:28). Dios se halla interesado en poder comunicar la verdad a todo aquel que se lo pida (Sal 31:5), esta se halla en su Palabra la cual es llamada “verdad” pues proviene de Él mismo (Jn 17:17). Dentro de las muchas promesas que el Señor ha declarado, se halla la promesa de cielos nuevos y tierra nueva (Is 65:16). En contraste con las promesas humanas, Dios no miente, el declara siempre la verdad (Nm 23:19) y desea que sus hijos sean también verdaderos (Hch 5:3-5).

La fuente de todo lo bueno. La Biblia revela a Dios como un ser grande en misericordia y verdad (Ex 34:6) capaz de perdonar a todo aquel que con corazón contrito se lo pide (Sal 51:17). El Señor es la fuente de todo lo bueno, porque él mismo es bueno (Sal 34:8). Dios no desea la muerte del impío (Ez 33:11), por el contrario invita a todo pecador a ponerse a cuentas con él (Is 1:18; Mt 11:28) y aún es paciente, no queriendo que ninguno perezca sino que todos se arrepientan (2 Pe 3:9).

La fuente de todo lo bello. Al examinar el relato de la creación en Génesis 1 se puede apreciar que en diversos momentos de la creación, Dios va calificando a la creación como:“bueno” (Gn 1:10, 12, 18, 25). Esto llega a su clímax al declarar de manera superlativa: “Y vio Dios todo lo que había hecho, y he aquí que era bueno en gran manera.” (Gn 1:31). Es decir Dios calificaba a todo lo creado como
“buenísimo”. Es decir era bello, simétrico, exento de toda falla y error. Sin embargo, dentro de la misma Biblia se resalta la gran estima que Dios tiene por la belleza de un carácter afable y apacible (1 Pe 3:3-4) en detrimento de la belleza guiada por la soberbia y la vanidad (Is 3:16-22). Dios desea que sus hijos busquen la belleza y en gran estima la belleza del carácter.

En suma, toda bondad, verdad y belleza desciende de lo alto (Stg 1:17) y cuando una persona decide pensar en todo lo verdadero, honesto, justo, puro, amable, entonces el Dios de paz guardará sus pensamientos y lo conducirá (Fil 4:7-8).

1.4 Los seres humanos se rebelaron contra Dios

Al comer el fruto prohibido, los seres humanos, por su propia elección (Gn 3:6), decidieron vivir en rebelión contra Dios sometiéndose al pecado y siendo esclavo de él (Jn 8:34; Ro 6:16). La Biblia define al pecado como transgresión de la Ley (1 Jn 3:4), de modo que al desobedecer, Adán y Eva transgredieron la Ley de Dios y por ende fueron sentenciados a muerte (Ro 6:23) siendo destituidos de la gloria de Dios (Ro 3:23). Y aunque no murieron el mismo día que comieron del fruto, aquel día se pronunció su sentencia de muerte (Gn 3:16-19).

El pecado es una rebelión contra Dios y su voluntad expresa, no siendo solamente una acción externa, sino una acción interna de desafío hacia Dios que se expresó en el acto externo de comer el fruto prohibido. Esto es más notorio en la declaración dada por Dios en Is 1:2: “Crié hijos, y los engrandecí, y ellos se rebelaron contra mí”. Así, la esencia del pecado es rebelión contra Dios y una negación a estar sujeto a él (Ro 8:7) y enemistad contra Dios (Ro 5:10; Col 1:21). Y mediante la desobediencia de Adán y Eva el pecado entró al mundo, y a través de él todas sus trágicas consecuencias (Ro 5:12-19).

Nadie puede excusarse del pecado (Ro 1:20), el cual tiene un efecto lamentable en los “pecadores”, como lo declara Ro 1:21: “Pues habiendo conocido a Dios, no le glorificaron como a Dios, ni le dieron gracias, sino que se envanecieron en sus razonamientos, y su necio corazón fue entenebrecido”, cayendo el ser humano presa de las perversiones antinaturales (Ro 1:26-31). Sin embargo, la consecuencia más devastadora del pecado es separar al hombre de Dios (Is 59:1-2), siendo presa de deficiencias físicas, morales, mentales y espirituales (Ro 5:6,10, 12-14). Y también separar al hombre de sus semejantes, envenenando la relación entre ellos, por lo cual existe: explotación económica, prejuicio racial, orgullo, avaricia, riqueza, hipocresía, odio, discriminación y todos los factores de violencia humana son resultado de pecado (Dt 15:7-8; Is 32:6-7; Stg 5:1-6), condición en la cual se halla nuestro mundo hoy en día.

3.5 La Deidad abordó el problema del pecado a través del plan de redención

Sin embargo, la desobediencia de nuestros primeros padres y por ende el ingreso del pecado a este mundo no tomo por sorpresa a la Deidad que de antemano ya tenían un plan de redención, el cual fue formulado mucho antes de la fundación del mundo (1 Co 2:7; Ef 1:3, 14), el cual fue revelado luego que el ser humano había caído en pecado, como un mensaje de esperanza para la raza caída (Gn 3:15). Este plan abarca la restauración de la raza humana de su condición pecaminosa. Dentro de este plan de redención estaban involucradas las tres personas de la Deidad, donde cada uno cumple una función específica:

  • Padre: función de administrador (Jn 3:16, He 1:1-2) y juez de todo el universo (Dn 7:9-10).
  • Hijo: función de sacrificio (Jn 1:29), intercesor de la humanidad en el santuario celestial (Ro 8:34; He 4:15-16) y en la última etapa de la historia de este mundo juez de los hombres (Dn 7:13-14; Jn 5:22,23).
  • Espíritu Santo: función personalizada para convencer a cada ser humano de pecado de justicia y juicio, a través de la mente (Jn 16:8).

A través de la Biblia se puede visualizar el rol que cada uno de ellos fue desempeñando. Pero, la vía de salvación del hombre fue dado a través de la segunda persona de la Deidad, quien siendo Dios se hizo hombre (Jn 1:14; Fil 2:5-8). Jesús es de “cordero” que se encargaría de quitar el pecado de la humanidad (Jn 1:29), es decir él sería el encargado de llevar las culpas y los pecados de toda la humanidad (Is 53:4-5) y recibir el pago que el hombre, por ser pecador, merecía (Ro 6:23). Su victoria permitió que la raza humana pudiera tener un camino de salvación de su condición pecaminosa, pero solo a través de Él (Hch 4:12).

El plan de salvación tiene por objetivo no solo condonar las deudas y los pecados que el ser humano ha cometido sino restaurar en él la imagen de Dios. Haciendo que el ser humano deje atrás toda la vida pecaminosa, ya que Jesús no es ministro de pecado (Gal 2:17-20) y él desea que sus hijos vivan en obediencia a sus mandamientos (1 Jn 2:1-6) y que de esa manera puedan reflejar la luz de Dios en sus caracteres (Mt 5.14-16). El cumplir los mandamiento de Dios no como una manera de obtener salvación (Ro 7:14; Gal 2:16), sino como un resultado de vivir la salvación (Jn 14:15).

1.6 Dios nos invita a elegir su plan de restauración

Si bien es cierto, la muerte expiatoria de Cristo fue en favor de toda la humanidad, todos tienen la oportunidad de alcanzar la salvación, solamente aquellos que aceptan dicho sacrificio a través de la fe podrán ser salvos (Jn 3:16). La salvación es para todo aquel que cree en Jesús. Esta invitación se va repitiendo y la respuesta a la pregunta ¿qué debo hacer para ser salvo? (Hch 16:30) todavía resuena en la actualidad. La respuesta a esta pregunta es: “Cree en el Señor Jesús” y otro versículo añade: “el que creyere y fuere bautizado será salvo” (Mr 16:16).

Sin embargo, esta fe no es solo una mera opinión, declaración o concepto. La verdadera fe en Cristo viene acompañada de las obras, resultado de dicha fe (Stg 2:18-20), donde la Biblia declara que aun los demonios creen y tiemblan, empero ellos no están dispuestos a ser dirigidos por Dios para buenas obras. La fe que refiere este texto es aquella que busca hacer siempre la voluntad de Dios en cada uno de los aspectos de su vida (1 Ts 5:23), siendo fieles administradores de cada una de las cosas que Él ha concedido. De ese modo, la salvación trae como resultado una restauración de la imagen de Dios en la persona que cree. Esto se reflejará en el cuidado que el cristiano tiene hacia su cuerpo que es templo del Espíritu Santo (1 Co 6:19-20), absteniéndose de todo lo perjudicial para la salud y tomando con moderación lo que es bueno, cuidando su mente de toda lectura, música o actividad que no esté de acuerdo a lo establecido por Dios (Fil 4:8), velando por la buena marcha de su hogar (Ef 5:21-25) y si es un hijo, obedeciendo en el Señor a sus padres, porque esto es justo (Ef 6:1-3), amando al prójimo como a sí mismo (Stg 2:8-9) y siendo responsable con nuestro planeta, no contaminándolo y abusando de ella, ya que Dios nos pedirá cuenta de ello también (Sal 24:1; Ap 11:18).

ACTIVIDADES_______________________________________________________

  • Reflexiona en estas dos citas escritas por Elena G. de White y escribe una opinión personal:

“Como agente educador, las Sagradas Escrituras no tienen rival. La Biblia es la historia más antigua y más abarcante que los hombres poseen. Vino directamente de la fuente de vida eterna; y una mano divina ha conservado su pureza a través de los siglos. Ilumina el lejano pasado, donde en vano procura penetrar la investigación humana. Únicamente en la Palabra de Dios contemplamos el poder que echó los fundamentos de la tierra, y extendió los cielos. Sólo en ella hallamos un relato auténtico del origen de las naciones. Únicamente en ella se nos da una historia de la familia humana, no mancillada por el orgullo o el prejuicio del hombre.” Consejo para los Maestros, 51.

“Las muchas opiniones contradictorias con respecto a lo que enseña la Biblia no surgen de ninguna oscuridad del libro mismo, sino de la ceguera y el prejuicio de parte de los intérpretes. Los hombres ignoran las sencillas declaraciones de la Biblia para seguir su propio raciocinio pervertido. Enorgulleciéndose por sus adquisiciones intelectuales, pasan por alto la sencillez de la verdad; olvidan la fuente de aguas vivas, para beber de las corrientes ponzoñosas del error.”- The Review and Herald, 27 de enero de 1885.

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  • Cada estudiante reflexiona sobre la importancia de la revelación, inspiración e iluminación para todo aquel que desea estudiar la Biblia de manera correcta y sincera.

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